Compartimos esta magnífica reseña que nos ha hecho llegar l’Eduard Reboll profesor de primaria y periodista que asisitió a la función de ‘El club de res de res’ en l’Altre Festival:
Autora y dirección Berta Giraut.
Compañía: Teatro de Pacotilla.
Reparto: Andrea Acosta, Eduardo Blanco, Jordi Brangolí, Jose Luís Huerta, Marta Jimenez, Xavi Jimenez, Carlos Martínez, Raul Moreno, Samara Paulino, Cristobal Pérez, Max Villanueva, Leo y Brian Xavier Muñoz.
En la Fabra i Coats, el calor penetra en los pasillos de la fábrica al iniciarse la tarde este sábado. El Ateneu Popular está lleno de jóvenes esperando conjugar la cerveza o el Red Bull con alguna de las mil formas y derivados que hoy tiene una patata frita.
A punto de entrar, estamos.
A nuestro lado, hay una fila bastante larga y un billete blanco en la mano derecha de cada espectador. “Pase y deje las primeras filas para la gente mayor o alguien que tenga problemas de movilidad. Gracias”. El Festival d’Arts Escèniques i Salut Mental abre sus puertas en la sala. Empieza la función.
ANDREA “Bienvenidos. Hola. ¿Os gusta el pabellón? Es un honor que estéis aquí, en
ese espacio que yo considero sagrado. Veo muchas caras conocidas. Hola. Hola. Todo lo
que es mío es suyo, ya lo sabéis”.
Casi un centenar de personas nos agrupamos en una platea improvisada en forma de
triángulo escaleno. Las sonrisas y el “tilín” en algún mensaje de wasap se esparcen en
este inicio de la obra. El “psshhh” y algún “Coño… ¡calla ya!” ocupan también un asiento.
Una sensación curiosa en este inicio espontaneo y participativo en uno y otro lado de este
teatro: parece que el escenario y la platea sean un mismo espacio.
CRISTOBAL: Ja, ja, ja, ja.
ANDREA: Por favor. Para celebrar esta noche tan especial he preparado una acción
poética.
JOSE: ¿Eso qué es?
MARTA: Mal educado.
ANDREA: Por favor. Por favor. Estamos en el club. En el club. En el club.
Estamos en El club de res de res.
Al fondo, los músicos con el acordeón y el clarinete en plena melodía. Enfrente, las tablas de
club nocturno con sus diferentes personajes para contarnos una historia con un
contenido curioso: la apariencia de la Nada y su importancia vital.
En esta obra se aborda lo más difícil de representar: darle figura a un tema. Una trama donde en medio de los diálogos descubriremos algo más que los posibles obstáculos de cada uno de sus personajes. Historias aparentemente sin valor. Y, en cambio, bien sustanciadas y únicas para cada actor o actriz. Cada sujeto defiende su idiosincrasia y su historia particular. Lo hacen con una peculiar interpretación, un vestuario adecuado al personaje, su quietud corporal cuando el guión lo solicita, o bajo un descontrol escénico consensuado dentro del grupo.
Escrita y dirigida magistralmente desde una apertura de miras y una improvisación teatral sostenida -lo digo sin tapujos ni laudos-, Berta Giraut supervisa un grupo de actores y actrices que se ofrecen el máximo verso a sí mismos. Es decir, la poética privada pasa a ser pública en sus interpretaciones. Recitan distintos versos sumergidos entre diálogos. Y, desde la pura comedia, preguntan a la audiencia ya sí mismos por qué se suicidó Kurt Cobain. Por qué hay tanta suciedad en un cubo de basura. Por qué se relata la vida de un charnego -lo digo en el sentido más cariñoso- que vino de Murcia en la década de los 60 y vivió en el barrio de la Barceloneta. O nos encantamos, cuando una clienta brasileña del club, recitando un poema en portugués desde lo más íntimo y a sí misma, pasa a primer plano frente al público porque le aplaudimos.
Per finalitzar
TODOS: ¿Quién soy yo? NADA, NADA, NADA.
Conclusión: Para mí, como espectador, haber sido invitado me permitió averiguar que esa No-Nada, en el fondo, era un Todo singular; al menos, durante una hora y algo más que duró la obra de aquel cabaret-de-corazones-buscando-la-nada.
Eduard Reboll
